La corriente de este mundo es como un río. Para algunos, puede sentirse como un río lento y apacible. Para otros, puede parecer rápidos aterradores. Independientemente de cómo se sienta la vida, la corriente de este mundo inevitablemente nos lleva a través de heridas, dolor, trauma y aflicción, dejando una sensación de desilusión, desesperación y fatalismo. Aparentemente, nuestra mejor opción es embarcarnos en un camino de auto-realización y búsqueda de la felicidad.
Aunque hayamos experimentado con la filosofía o la religión, la corriente nos arrastra aún más lejos de cualquier esperanza de una vida mejor. Verdaderamente, la filosofía y la religión no pueden ofrecer una mejoría significativa, ni duradera.
La corriente de este mundo está establecido por el príncipe de las tinieblas, Satanás. Considera estos versículos: “Y Él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” — Efesios 2:1-3
Todos hemos sido culpables de dejarnos llevar por la corriente. Todos hemos seguido a esa entidad satánica, el que dicta el curso de este mundo. Esta corriente es tan poderosa que nadie puede romper su poder y moverse en la dirección opuesta sin la intervención directa de Dios.
En toda la tierra, en cada nación, en cada sociedad y en cada nivel, esta influencia dominante es una fuerza espiritual que opera en el corazón de cada ser humano. Sí, el mundo entero está bajo la influencia del maligno llamado Satanás. (1 Juan 5:19) Ser arrastrado por la corriente presenta un verdadero dilema. ¿Cómo podemos realmente creer en una experiencia de salvación cuando todo dentro de nosotros grita que sigamos la corriente? Fuerzas culturales, generacionales, ideológicas y espirituales se combinan para arrastrarnos río abajo, manteniéndonos en sintonía con las filosofías y valores de un sistema mundial que está en oposición al Reino de Dios. ¡Pero hay una salida! La salida comienza cuando pones tu confianza en el Salvador, el Señor Jesucristo. ¡Sin Él, estás sin esperanza en el mundo! (Ver Efesios 2:12). La ayuda viene en forma de arrepentimiento. La palabra arrepentirse, en griego bíblico, es metanoia, que significa un cambio de mente. El arrepentimiento implica un cambio de 180 grados en la dirección y calidad espiritual de tu vida. La obra profunda del Espíritu Santo en tu corazón te lleva al arrepentimiento porque ¡Él te ama! Incluso después del arrepentimiento y de establecer una relación con el Señor, es posible que necesites más ayuda para liberarte de barreras espirituales y opresión. El ministerio de liberación y sanidad interior ha sido de inmensa ayuda para innumerables personas que han enfrentado barreras espirituales y no han podido romperlas, incluso después de haber comenzado su caminar con el Señor.
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